En el título hay dos palabras y si tengo que elegir alguna para continuar escribiendo me quedo con noche. La noche.
Sí, ese momento en el que pasamos de lo real a lo onírico, es decir, al mundo de los sueños. Sueños que son capaces de trasladarnos a lugares que nunca hemos visto, caminar por continentes cuya tierra nunca hemos pisado. Sueños que nos han trasladado en el tiempo, recordando vivencias de nuestra infancia, escuchando y viendo a seres que ya no se encuentran con nosotros.
Siempre me ha gustado retar a la noche, perder esa oportunidad de viajar en el tiempo y en el espacio, para disfrutar del presente, sin pensar en el pasado y sin preocuparme por el futuro. Al final siempre caigo en el error: también se sueña de día.
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“La noche tiene mil ojos, el día uno sólo.”
(Francis William Bourdillon)